La oposición tradicional venezolana ha tenido, casi desde sus inicios, la fijación generalizada con el golpe de estado. Todos los opositores, pertenecientes a la corriente tradicionalista de la cual quiero excluir a la gran mayoría de los liberales, han expresado alguna vez que la manera de salir del problema actual está en "tumbar a Chavez".
Esta conducta, que también se ve reflejada en el sector oficialista cuando se habla de revolución armada o de liquidar a sus adversarios e incluso en los orígenes golpístas de la casta gobernante, quizas tenga sus raices dentro de la idiosincracia del pueblo venezolano; en ese gusto que tenemos por los caminos fáciles y evitar esfuerzos tan propio nuestro; siempre preferiremos que venga alguien más y haga el trabajo sucio por nosotros, ya sea algún general venezolano con su tropa o los U.S Marines con todo su equipamiento militar de última generación; pero eso si que no se les ocurra venir luego a pedir regalias por el favor concedido.
Esta conducta, que también se ve reflejada en el sector oficialista cuando se habla de revolución armada o de liquidar a sus adversarios e incluso en los orígenes golpístas de la casta gobernante, quizas tenga sus raices dentro de la idiosincracia del pueblo venezolano; en ese gusto que tenemos por los caminos fáciles y evitar esfuerzos tan propio nuestro; siempre preferiremos que venga alguien más y haga el trabajo sucio por nosotros, ya sea algún general venezolano con su tropa o los U.S Marines con todo su equipamiento militar de última generación; pero eso si que no se les ocurra venir luego a pedir regalias por el favor concedido.
El liberalismo, por su parte, es una filosofia que defiende las libertades individuales como la propiedad y en la cual se premia al individuo por su trabajo, por saberse conducir dentro del mercado correctamente y donde, además, cada individuo debe ser responsable de sus actos y donde solo se podrá conseguir aquello por lo que uno se haya esforzado. Para el liberalismo no existen amiguismos, proteccionismos, regulaciones salvo aquellas que naturalmente establece el mercado; el liberalismo no conoce de salidas faciles, de atajos ni de golpes de estado, aún cuando algunos golpistas lo han utilizado medianamente para darle sustento a sus aventuras militaristas obteniendo, en algunos casos (Chile), resultados bastante satisfactorios.
Los mayoría de liberales jamás podremos estar de acuerdo, filosoficamente hablando, con los golpes de estado puesto que estos representan la violencia, y con violencia se auyenta la inversión, se reduce la producción, se agrede a la propiedad y se atenta contra la libertad; aún cuando humanamente a veces nos dejemos llevar por las emociones en vez de por la razón.
La tarea del liberalismo, en Venezuela, es bastante cuesta arriba, nos toca vencer a la forma de ser de un pueblo, a algo que se encuentra inscrito a fuego dentro de la materia osea de cada individuo, nos toca vencer al facilismo venezolano, al antiliberalismo, al "deja que otro lo haga por mi". Será una labor muy dificil si además le sumamos a eso el proceso de formación ideológico iniciado por el presente gobierno y con el cual se suman cada día más y más fanáticos a las filas del socialismo. Seguramente no será facil vender la idea y seguramente algunos se pierdan en la labor, pero se trata de un reto digno para cualquiera que se llame a si mismo liberal, venderemos nuestra idea sin imponerla a la fuerza y finalmente demostraremos que contamos con la razón.
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