jueves, septiembre 15, 2005

Estado vs. Industria Privada

Los recientes anuncios de confiscación de tierras e industrias, por parte del gobierno, han venido a confirmar los temores de sobre el posible inicio de un periodo de fin de las libertades que, desde hace ya algunos años, ha asomado su sombra de amenaza sobre Venezuela.

Uno de estos anuncios fue el de la pronta intervención de 700 empresas pertenecientes al parque industrial venezolano, y que en la actualidad tienen su producción paralizada o bastante diezmada, quedándose así el 10% del aparato productivo privado de la nación en manos del estado; y otro el inicio de un censo empresarial mediante el cual el gobierno nacional pretende levantar la información referente al nivel de productividad de cada una de las empresas existentes, a fin de determinar la “necesidad de ser expropiadas por el estado” de cada una de ellas. Todo esto está enmarcado dentro de los planes elaborados por la presidencia de la república para el cumplimiento de su programa de “Socialismo del Siglo XXI” y vigilado directamente por mismísimo Sr. Presidente, quien durante su Aló Presidente del día 17 de julio, y tal como lo reseña el diario El Universal en su edición del 12 de septiembre, declaró:”…es contrario que haya empresas cerradas en Venezuela, sea cuales sean las razones, eso es como las tierras ociosas (…) Este es un mensaje para los empresarios cuyas empresas están trabajando con dificultades, a media máquina, queremos que trabajen a toda máquina…”

Muchos pueden querer ver esto como algo necesario y justo en función de los supuestos intereses de la nación, pero a corto plazo podría derivar en graves pérdidas a nuestras ya golpeadas libertades individuales. Las industrias son parte del aparato productivo de una nación y, básicamente, son las encargadas de llevar a cabo la transformación de la materia prima a productos intermedios o finales; como todo medio legítimo de lucro, su posesión es natural de los privados y no del estado, puesto que las mismas deben quedar sometidas a la competencia dentro del mercado y no a la nociva intervención favoritista y supuestamente “planificadora de la economía” de los gobiernos, quienes las terminan utilizando para financiar sus campañas y pagar sus favores si no es que para someter a sus empleados con amenazas a fin de garantizarse un número de votos seguros en cada elección. Una industria, al igual que cualquier empresa, es una propiedad privada, y su uso o desuso queda a criterio de su propietario; quizás en este punto deberíamos cuestionarnos ¿a quién le podría interesar ser dueño de una empresa paralizada?, ¿quién querría tener capacidad productiva instalada ociosa?, la respuesta es muy sencilla: a nadie puesto que nadie pondría su dinero en algo que no rinde frutos o que incluso genera pérdidas; si los empresarios han paralizado actividades, sus razones tendrán y en vez de estar buscando quitarles el producto de su trabajo, deberíamos buscar promulgar leyes que favorezcan la acción independiente del mercado y el crecimiento de nuestra economía para que finalmente florezcan las industrias que el mercado requiera y terminen de desaparecer aquellas que no se puedan adaptar al mismo.

Este tipo de intervenciones, nada novedoso en el mundo ni tampoco en Venezuela, presenta en la actualidad ciertos agravantes, puesto que la evaluación realizada por el gobierno no solo pretende intervenir a las empresas paralizadas sino que, además, busca tomar control de aquellas que por una u otra razón se cuentan con una capacidad productiva en reposo, de ser así serán intervenidas más de la mitad de las empresas privadas aún operativas dejando, de esta forma, que casi la totalidad del parque industrial quede en manos del estado y que las industrias restantes tengan que enfrentar la competencia injusta y megalomaníaca (si el término se permite) del rival estatal y de sindicatos y organizaciones “populares” oportunistas que buscan, bajo el modelo de cogestión (congestión), adueñarse de parte del control de lo que otros levantaron. Además, y para agravar el asunto, los industriales venezolanos siguen equivocando sus discursos achacando parte de sus males a la falta de políticas proteccionistas por parte del estado que los protejan contra la aparición de productos importados; usando las armas del enemigo para combatirlo, pura ilusión.

Lamentablemente nuestro país se encamina en la ruta del fin de la libertad, una vez que perdamos la propiedad habremos perdido toda esperanza de ser libres; sin propiedad privada no seremos nada contra un régimen que todo lo maneja, sin propiedad privada no contaremos con los recursos necesarios para frenar la acción colectivizadota del estado pues seremos en nuestra totalidad dependientes de este, sin propiedad privada no tendrán sentidos los sueños, salvo que sean sueños de comodato, toda la vida trabajaremos para otro, para alimentar a otro, para morir por otro y sin esperanza de alcanzar nada verdadero y nuestro porque “nuestro” no existirá jamás.

5 comentarios:

K-2 dijo...

Ciertamente, a los empresarios les encanta perder dinero, por eso tienen las empresas cerradas. Creo que aun no se dan cuenta que si una empresa está cerrada es porque produce pérdidas en vez de ganancias. Y aun más triste ver a nuestros valientes capitanes de empresa pidiendo controles al gobierno cuando deberían pedir menos. Cosas veredes...

Julio dijo...

Claro, a los empresarios les encanta perder dinero y seguramente son dueños de máquinas de impresión del mismo, ¿a quien le puede gustar perder? a un masoquista, y si le gustase perder sencillamente no ganaria como para establecer una industria y por tanto nunca llegaria a ser un empresario, seria un esclavo servil y de seguro un socialista. Es ridiculo pensar que los empresarios, o que alguien normal quiera perderlo todo, a veces algunas perdidas son estrategicamente razonables, pero dejar perder plantas enteras y productivas, es una locura. Ahora, lo de pedir al gobierno ayuda, es ridículo.

enigmas PRESS / Gandica dijo...

Algunos viven quejándose de la pèrdida de libertad haciendo de ello su 'modus vivendi'... pero con un guisqui en la mano y viendo las noticias por televisión.
En mi parcela de TAZ (zona autònoma temporal) donde yo vivo, todos los estudiantes se quejan de la libertad, eso sì, en una plaza los viernes por la noche y con las mejores cervezas en la mano y los equipos de lujo musicales !!!!!
Algo asì como cuando Orlando Urdaneta llamaba desde Miami con su trago caribeño y bien instalado y preguntaba ¿Cayó Chàvez?
Volvemos a la eterna frase aquella tan manoseada donde se supone que cada paìs tiene lo que se merece.
Cordial Saludo.

Julio dijo...

Pues es verdad, algunos como tu dices, pero en mi caso no es así, no tomo guisqui, salvo muy contadas veces y porque el presupuesto no me da, no viajo a Miami, no tengo un reproductor último modelo y vivo la realidad de las empresas públicas día a día. Pero tu que tanto los criticas a estos señores que finalemnte solo son más afortunados, pareces tener mucho en común con ellos, dices residenciarte en una zona autónoma temporal, ¿de que se trata? ¿es acaso tu espacio particular en el cual te mantienes alejado de la realidad? cada quien lo hace a su manera, algunos con guisqui, otros con sus equipos, otros desde Miami y algunos con sus TAZ pero yo no, esto a mi me gusta, la política me gusta y no requiero verla desde lejos, la vivo

Julio dijo...

Pues es verdad, algunos como tu dices, pero en mi caso no es así, no tomo guisqui, salvo muy contadas veces y porque el presupuesto no me da, no viajo a Miami, no tengo un reproductor último modelo y vivo la realidad de las empresas públicas día a día. Pero tu que tanto los criticas a estos señores que finalemnte solo son más afortunados, pareces tener mucho en común con ellos, dices residenciarte en una zona autónoma temporal, ¿de que se trata? ¿es acaso tu espacio particular en el cual te mantienes alejado de la realidad? cada quien lo hace a su manera, algunos con guisqui, otros con sus equipos, otros desde Miami y algunos con sus TAZ pero yo no, esto a mi me gusta, la política me gusta y no requiero verla desde lejos, la vivo